ElcirculodeViena

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Freitag, 29. Juli 2011

Porfirio Barba Jacob, 29 de julio de 1883

LA HORA COBARDE

Ya no es la flébil brisa de la inquietud fecunda
la que remueve al paso tus huertos interiores
y en torno de ti mismo la vida entera inunda
de dulces y suaves trémulos dolores

ya no es la desazón que tenía fragancias
de floridos pensiles en tiempo sosegado,
y que dejó su miel en todas tus estancias…
¡Es el viento que mueve los mares del pecado!

Es un furioso viento, un invencible viento
de amor airado y trágico, de vinos, de alegría;
y por oculto azar oyes cada momento
las voces de la muerte y el canto de la orgía.

¿Qué mano implacables secaron la cisterna
que ayer nutrió las puras raíces de la vida?
¿Quién empañó el tesoro de tu virtud interna?
¿Quién apago de noche tu lámpara encendida?

Vas bajo las tinieblas con un andar incierto,
entre vanos amigos e impulsos desleales,
a un indeciso término del horizonte abierto
donde gustar tus ocho pecados capitales.

Has trocado la lira de las cuerdas de oro
por la hembra sensual y frívola y extraña,
perpetuamente ajena,
pero que te brindará sus deseos de bacante
y el ominoso encanto de su carne morena
de exóticos afeites y de un olor picante.

De vez en vez y apenas, en tu noche profunda
Surge de entre las danzas y el vino y el clamor,
Borrosa en el recuerdo de un aire extenuado,
La pagina primera de un poema amado
Que no escribirás nunca “Cantaba el ruiseñor…”

Y alzas a mí tus manos que tejían los hilos
suaves de los versos en la quietud antigua,
y el mirar de tus ojos cobardes e intranquilos
que el genio alumbra aún con una luz exigua.

Yo… cómo te diría mi propio pensamiento,
si mi propia virtud se llama pura
no sé por qué persiste ni como la sustento:
¿Cómo marcarte un término entre el laurel y el vino
si yo mismo no encuentro mi estrella y mi camino?

Si ya mi juventud presiente la cercana
hora otoñal, de fuerza menguante o abolida,
tengo la recóndita tristeza inenarrable
de aquel que entra en la muerte sin conocer la vida.

¡La vida la profunda Vida trémula y loca!
La de verdad: ¡la Unica, de brillo transitorio,
que escancia sus almíbares en nuestro vaso frágil
y dora nuestras frentes con un fulgor ustorio!

La que vertió sus rojos vinos pródigamente
la que dejo sus mirras en todos los altares,
y holló todos los legamos y vio todas las rutas
y a quien su acerba espuma dieron todos los mares.

La sola grande y trágica que bajo el sol fecundado
no hay huerto que no agite ni hoguera que no encienda;
la en impulsos bárbaros, al golpe de un acero,
duplica con la sangre su intensidad tremenda!

¡Vivir!.... Quien me diría que este recogimento
conventual y grave que fija mi destino,
y la penumbra fosca que envuelve mi aposento,
no vale mucho menos que un vaso de buen vino;
y que este afán de cruzar las historias
saturara mi espíritu de miel y fragancia;
y que es vivir la vida saber la de esos héroes
que pasan enfilados a un siglo de distancia;

Que vale más un claro poema de sutiles
palabras imprecisas y ritmo claudicante,
que la mujer jocunda que llega tras las danzas
dejarnos el beso sonoro e insinuante…

Yo, cómo expresaría mi propio pensamiento,
si mi sola virtud se llama pura
no sé por qué persiste ni como la sustento…
¿Cómo marcar un término entre el laurel y el vino,
si yo mismo no encuentro mi estrella y mi camino?

México, julio 29 de 1911

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