Por : William Ospina
Los seres de la tierra son el aire y el mar y las
llanuras incansables,
y el río tumultoso que desciende, lleno de ojos y
aletas,
y las arduas montañas con cumbres coronadas de
voces,
y ese enardecido señor de la luz que murmura en la
hoguera.
Hemos venido un día para verlos.
¿Cómo podría la chispa ser la dueña del fuego?
Un día para verlos...
bordes de cascabel del mar inmenso,
luz del atardecer en cada hierba, en las brillantes
antenas de la hormiga,
agua incesante y viva cuyas escamas son fragmentos
del cielo,
altos riscos con flores donde se rasgan los vientosviolentos,
y en la noche, en el tronco que arde junto al mar, la
cabellera de chispas.¿´Cómo puede ser mía la llanura?
Ella es dueña de mi rumbo y mis huesos.
Ella es la realidad que permanece, y danzan en su pecho alegres fantasmas.
Un día de altas magias para ver
las altas construcciones del viento,
los indecisos ciervos del cielo,
los bisontes que se deshacen en largos peces,
y el amor de ojos de vino temblando junto a los ríos
más temibles,
y los intimos intimos bosques susurrantes de enigmas.
Ven, y humedece tus pupilas en este mar distante,
piensa en los rumbos de tu mente mirando la víbora
sutil en que no hay nada de maligno,
pide permiso al manantial para beber de sus aguas
tranquilas,
y canta tu gratitud a solas, cuando cabalgues
buscando las moras silvestres.
Es de noche, encendamos fogatas en las cumbres,
pronto va a terminar este relámpago
y aún han acabado de decirnos todos sus hondos
recuerdos
la piedra y las estrellas.
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