CACERÍA
Los jóvenes de la frontera
pasan su vida sin leer una letra.
No saben sino cazar,
orgullosos de agilidad y presteza.
En otoño sus caballos tártaros,
fuertes, necesitan pastos.
Entonces montan sobre ellos,
soberbios y raudos relámpago.
Sus látigos dorados
acarician la nieve silbando.
Medio ebrios, llevando sus halcones,
se van a las afueras.
Tensan sus arcos,
Y nunca yerran el blanco.
Al lanzar una flecha,
caen dos grullas juntas.
Al borde de la alguna,
Los espectadores quedan boquiabiertos.
Su bravura y su valentía
estremece el desierto.
Encerrado entre cortinas
hasta que blanqueen sus cabellos,
¿cómo podrá el inútil letrado
Igualarse a los caballeros?
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