ElcirculodeViena
Dienstag, 11. Dezember 2012
Ciudades de agua, poemario de Julián ChicaDiario del Otún
Palabras del prólogo
En la voz del poeta caldense se perfila una ciudad cuyas palmas graban palmo a palmo sus ruinas y rutinas, nos aproxima a un mar extraviado cuando crece el asfalto alrededor nuestro y el árbol signa pájaros donde el deseo reclama por todo aquello en constante movimiento.
El discurrir espacios donde lo cotidiano traspasa la mirada para suspender en ella una imagen de insaciable contenido, lo que hace de este poemario una vuelta a lo esencial entre las formas que suelen escapársenos habitualmente entre las manos.
La vida nos cobra caro ese pasar sin detenernos ante la posibilidad de hacer patria de nuestras convicciones. Por ello es imprescindible retomar en cada página el hilo de la savia donde el hombre poeta que es Julián Chica nos adentra en un viaje de estampas con una fuerza o invocación pausada entre lo esencial y lo crudo, para no dejar secar la fuente original que somos y así defender lo que hace posible a la vez al pez y al pájaro que resguardan la vigilia del yarumo.
He aquí por tanto una invitación a adentrarnos en el cauce de la corriente sintiendo como propio el “Acrílico” que sirve para reconocernos a nosotros mismos en el dolor de las pérdidas. Valga la perseverancia que nos rescata del paso del tiempo permitiéndonos penetrar los espejos a los que nos enfrenta el poeta.
(Anna Francisca Rodas Iglesias en el prólogo a la obra)
VIGÍA
En aquella ciudad luminosa
de carros fantasmas
oscuros paraguas
y profusos avisos
de feria y realizo
tejías un sudario
de fáciles pasos
provocación y gemidos
Vendías tu piel
en la noche de un cuarto
una pequeña ventana
y un mar que
ingresaba por ella
sin conmoverte
al abrazo del vicio
que ansiaba aplastar
tu ligero follaje de fuego
un poco marchito
pero con dulzor del chicle
el perfume del cuerpo
y un fugaz espejismo
ARCILLA
Flotamos
sobre una cáscara de arcilla
que se desmorona desde afuera
bajo el canoso cielo
y desde adentro
por las venas
Habitamos
ciudades de naufragio
que se hunden
en la falsa celestialidad del éxito
y abismos de neón
en fondo negro
donde el último escalón
que la sociedad nos ha vendido
termina siendo
volver a ser nosotros mismos
Volver a ser miel o a ser insecto
Todo este Universo
que se anuncia en los crepúsculos
bajo un ritmo perpetuo
y se renueva
en el deslumbramiento
de volver a ser maíz
y barro
y fuego
YARUMOS
Sobrevivimos
a lo lejos
en plumajes de blancos
y de grises
Serenos en la bruma
de espigados arbolocos
que vigilan
el encanecido ulular de las quebradas
Blanco de zinc en las mejillas
y tinte de plata en los yarumos
A lo lejos
charol de luna
en el penacho de los bosques
copete blanco en el misterio
En la cresta del profundo verde
o tras la lente
de una realidad que no entendemos
Sobrevivimos
en resquicios altaneros
de algún ave misteriosa
que ha escapado de la niebla
y nos ha dejado las raíces
donde nace el agua
y se yerguen en arrullos
el jolgorio de los pájaros
en la inaudible voz de los insectos
Sobrevivimos
y no sabemos cómo
GÓTICA
Existe una hora
en que los ojos de las aves
se llenan de palomas
y mi reloj de arena
mi clepsidra
señala el paso lento de las bóvedas
que se hunden en el cielo
bajo el eco de campanas
y plegarias
y responsos a un Todopoderoso
por los que se fueron
Donde no tanto el espesor como la vida
se llena de cristales de la noche
que se compactan en una cosa sólida
y después serán rocío
o una simple escama de agua
para que allí se escancien las libélulas
Existe esa hora
en que se alarga más la sombra
en cada ojiva de concreto
y una mano amiga agita mi cerebro
con los puñados de alpiste
y los mendrugos
que golpean en el piso
para que el cielo coma
y cae la neblina
en el vitral del carpintero
en la fornida mano
del que talló la piedra
cuando el sol está tan bajo en el invierno
que parece un frío atardecer
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