ElcirculodeViena
Sonntag, 31. März 2013
Pasajes de la “Canción Celestial” (Bhagavad Gita)
Los hombres de corazón sabio
no lamentan la suerte de quienes viven ni de quienes han fallecido.
Ni tú ni yo, ni ningún otro ser…jamás ha dejado
o dejará de ser… siempre y para siempre.
Todo cuanto vive, vive eternamente.
Así como el cuerpo humano
experimenta la infancia, la juventud y la vejez,
así también el alma toma
y abandona sucesivamente
diversas moradas físicas, una y otra vez.
Los sabios conocen esta verdad
y no temen a la muerte.
¡El alma, sábelo, es indestructible
y se expande por doquier!
No puede jamás ser detenida,
decrecer o cambiar en forma alguna.
Sólo éstas, nuestras formas temporales
-en las cuales mora el espíritu inmutable,
inmortal, infinito- son perecederas…
Quienes no conocen la verdad, podrán afirmar:
“He matado!” o pensar: “¡He muerto!”.
Pero el alma no puede matar;
el alma no puede morir.
El espíritu no tiene nacimiento,
ni puede perecer jamás: Ha existido desde siempre.
¡El comienzo y el fin son sólo sueños!
El espíritu permanece por siempre
inmutable, sin nacimiento ni muerte.
Aunque su morada temporal perezca,
el espíritu es invulnerable a la muerte.
Te digo que las armas no pueden
atacar al alma;
ni pueden las llamas quemarla,
ni las aguas ahogarla,
ni los vientos secarla.
Inaccesible e inconquistable,
invulnerable e intocable;
inmortal, estable, todopoderosa, segura,
invisible e inefable; más allá
del pensamiento y la palabra,
un todo en sí misma: así es el alma.
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