El arte no es una obligación, sino un placentero capricho: ninguna
necesidad externa a la obra artística nos fuerza a ir a ella. Ninguna
ley de orden público nos impone la tarea de leer versos, ver cuadros,
oír música o asistir al teatro. Tampoco nos lleva a ello ninguna
urgencia vital, como nos unce al trabajo el hambre. Si, pues, el arte
no puede vivir apoyándose en una necesidad externa a él, tendrá que
justificarse a si mismo y por sí mismo. Esta justificación no puede ser
más que una: causar placer. Y cada arte, para existir con plenitud,
para ser un arte diferente de los demás, tiene que asegurar un placer
que sólo el puede dar. De esta suerte adquiere cada una de las artes
interna justificación, haciéndose necesario, imprescindible para
engendrar un determinado placer.
Ortega y Gasset
Keine Kommentare:
Kommentar veröffentlichen