ElcirculodeViena

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Samstag, 19. Mai 2012

Emilia Pardo Umaña

PUZZLE







Tropecé ayer con un amigo por cierto prestante miembro de la academia de historia, que se detuvo para interrogarme muy seriamente;


- Dígame ¿ya le gusta la letra del himno nacional?


- ¿A quién? ¿A mí? No: me parece espantosa.


¿Entonces, por qué no ha vuelto hablar de eso? Su tesis puede ser buena o mala, pero es muy definible en todo caso. Por ahí se dice y yo lo estoy empezando a creer, que usted no entendió el significado obvio de esta obra del señor Núñez, por ignorancia de la historia, ¿Cómo le parece?


Me dejo preocupada, y seguí mi camino meditando con una seriedad completa. ¿Por qué no entendía yo el himno? Recuerdo que desde chiquilla me causaba miedo oírlo cantar. Creía que aquello de “en átomos volando”, que yo entendía “el Atomos”, era un monstruo que se había soltado y empezaba a volar. La cosa francamente no era muy tranquilizadora. Ni muy clara tampoco. No recuerdo lo que dije en mi nota anterior respecto a la letra del Himno; pero seguramente dije que era muy mala, porque me parecía y me parece pésima. ¿Sería ignorancia de la Historia? Hice un recuento de mis conocimientos en tal matera – que tampoco es tan complicada- y al llegar a casa cogí los versos del himno y me dedique a estudiarlos con una atenuación profunda, concentrada, lentísima. La conclusión deplorable fue que eran aún peores que todo lo que yo había imaginado.


Visto tan lamentable fracaso, entré analizar la letra de nuestro himno y finalmente la desmenucé a conciencia. Corté cuidadosamente todos los rengloncitos, algunos cayeron al suelo otros permanecieron sobre la mesa y resolví ordenarlos para buscarles sentido. Entonces se realizo el prodigio! Resulta que nuestro himno nacional es igual, igualito de todas maneras, siempre que los renglones queden en fila, y adquiere inclusive un evidente sentido, que yo – sin duda por falta de conocimiento en Historia – no me había preocupado de desentrañar. La primera estrofa queda, por ejemplo así:






“Ceso la horrible noche!


Bolívar cruza el andes


horrores prefiriendo


a pérfida salud”.


Evidente es todo un pasaje de Historia. No hay sino que saber buscarlo.


Complacida seguí adelante y encontré bellísimas estrofas. Algunas incomprensibles pero en ningún caso peores que las del señor Núñez (con todo respeto):


“La flor estremecida


que riega los océanos,


el gran clamor no acalla:


desprecia su virtud!


Debajo los laureles


Nariño predicando


comprendes las palabras


del que murió en la Cruz”.


Seguí adelante:


“La patria así se forma


A orillas del Caribe;


De sangre y llanto un rio


Se mira allí correr.


Soldados sin coraza


En átomos volando


En Bárbula no saben


Sentir o padecer.






¿Qué así pierde la emoción la epopeya? Veamos:


“centauros indomables


De Boyacá en los campos


Ganaron la victoria


De la epopeya al fin!


Espada cual centellas


Arranca en agonía;


Si el sol alumbra a todos


Fulguran en Junín.






Esta estrofa si fue que se le paso al autor.


Porque peor no pudo quedar! Lo reconozco…


“Del hombre los derechos,


Termopilas brotando,


La virgen sus cabellos


Profética enseño!


Ricaurte en San Mateo


Mortal el viento hallando, debajo losa fría


Seguridad buscó.






Los de “debajo losa fría”, en lugar de que cubre losa fría” no es un error: es una licencia poética.


Naturalmente eso es lo que quedo desordenadamente. Pero podría armarse con cuidado. Así quedaría por ejemplo: “!Independencia! grita -Ricaurte en San Mateo”, o bien “constelación de ciclopes- los cuelga del ciprés”(en realidad del ciprés se puede colgar casi todo).






Todo esto prueba con un sencillísimo experimento que es imposible hacer peor la letra del himno. A menos que se prodigiosa! Puedo asegurar que he hecho el mismo ensayo con los versos de Carrere, Valencia, Darío, Silva y don Miguel Antonio Caro y he fracasado con todos. Me parece, pues, que no es tanta mi ignorancia en Historia y que tal vez no se perdería mucho con hacerle una bella letra al himno nacional. Pero yo no había visto nunca un caso como este. Lo dejo al juicio de los críticos.


Agosto 24 de 1937





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